Nos alejamos del mar Cantábrico momentaneamente y nos echamos al monte para intentar ver (y escuchar) a los machos en celo como siempre a principios de otoño. Lamentablemente los medios de comunicación han popularizado el que manadas de gente se acerque a los montes con tal propósito, consiguiendo el efecto contrario, es decir, espantar a los pobres animales. Incluso se pueden ver jóvenes que suben con bebidas alcohólicas, no entiendo muy bien con qué propósito. Deben pensar que esto es como un concierto, sacas la entrada y te pones allí a ver el espectáculo. En el fondo da lo mismo, después del alcohol, ya no ves nada y como mucho oyes roncar al que tienes al lado. En fin, a continuación unas fotos, realizadas con mucha paciencia por Carlos.






